Estas son algunas de las preguntas que debemos hacernos a la hora de decidir dónde y cómo gestionaremos nuestro presupuesto de formación durante el ejercicio.
El director comercial nos pide que le ayudemos a que su fuerza de ventas se empape mejor de los nuevos productos que le llegan desde internacional. El CEO de la compañía quiere que sus managers atiendan mejor a las directrices que van a marcar la transformación digital de la compañía. En operaciones nos piden una solución que forme a sus empleados para una mejor gestión del tiempo y productividad.
Pero, ¿aprende igual un perfil financiero, que un desarrollador o un comercial? La edad, los años en la compañía, el género, la motivación, el nivel de estudios…son factores a considerar a la hora de proponer a los empleados que aprendan una nueva materia, un cambio o una mejora en un proceso.
Las plataformas de Learning Styles o Estilos de aprendizaje, como la desarrollada por Facthum, nos ofrecen una herramienta para que los decisores de contratar una formación puedan escoger conforme a datos o al menos apoyarse en ellos. Surge como necesidad a un modelo demandado en todo el mundo por las organizaciones cuando quieren entender: cómo aprenden sus empleadosy qué es lo que mejor funciona para sus equipos durante el proceso de aprendizaje.
Si evaluamos y conocemos dos dimensiones clave:
- Motivación hacia el aprendizaje
- Preferencias de aprendizaje
Las compañías que tengan acceso a estos datos, podrán optimizar sus recursos en sus planes formativos.
Uno de los principales clientes de Facthum, una compañía líder mundial en automoción se hacía preguntas como ésta: Dentro de mi departamento comercial, ¿quién está más motivado para aprender?, ¿Debo contratar la misma información para un millenial que para un manager con 25 años de experiencia?, ¿Cuál es el ecosistema general en mi organización en lo que se refiere a las maneras de aprender? ¿Aplico el mismo enfoque en todos los departamentos o el de ventas lo diferencio? ¿Cambio la metodología de cursos que debo escoger por país? Para contestar este tipo de cuestiones se hace necesario el uso de herramientas de medición que nos contesten con datos, de forma empírica, y no elegir solo por criterios de “lo más cómodo”, “lo más económico”, “lo que veníamos haciendo durante los últimos años”.
Una plataforma que evalué las preferencias de aprendizaje mediante siete escalas, en las que cada polo representa una preferencia opuesta (espontaneo-metódico, inductivo-deductivo, imaginativo-analítico, analógico-digital, etc.). Y también que recoja datos desde la otra cara, las orientaciones individuales de los empleados frente a la formación que se les pueda proponer (apertura y experimentación, compromiso, transferencia de conocimiento y orientación hacia los desafíos). Conjuntamente, nos van a dar una información extremadamente valiosa a la hora de enfocarnos a la formación, no solo a la de mejor calidad, si no la la más adecuada y la que más se va a aprovechar. En algunos casos tendremos que orientarnos a formación en equipo, en otros individualizadas. Puede que un manager se sienta más atraído con un mentor que tiene más experiencia que él. Puede que sacáramos más partido con los millenials con cursos cortos y digitales, o puede que todo lo contrario, que atienden mejor un outdoor training en un pueblecito. Para saberlo, utilicemos y analicemos los datos que resultan de conocerles mejor.
Por:
Alfredo Escolar